Un pedazo de la América más profunda nos
visitó hace escasas fechas, con la marcha cambiada y el descaro
propio de quien ejecuta lo que siente. Black
Tusk llegaban hasta Bilbao por primera
vez, para demostrar que en Savannah, no solo de Baroness y Kylessa
vive el hombre. Ellos son la alternativa más purista que encierra el
pueblo en cuestión, en lo que a Sludge Metal se refiere, sin
escorarse hacía la psicodelia, ni juguetear con lo progresivo como
gustan sus compañeros de vecindario, defienden sus cenagosas raíces,
frente a todo el que sea capaz de tragárselas.
La fiesta fue breve y comenzaría con los
americanos Fight Amp, repartiendo
estopa sobre los poquitos que nos habíamos acercado hasta el Azkena
bilbaíno, la noche se abría de esta manera, con la garra que este
ruidoso trio tenía preparada. Atronando como si de unos Motorhead
sin freno se tratase, nos obligarían a buscar refugio mientras
ejecutaban sus alargadas piezas y los intensos parones que las mismas
escondían. Se detenían para recordar que estaban allí esa noche
gracias a Black Tusk, pero la peña no parecía que estuviese por la
labor de inmutarse, la avalancha sónica que encarábamos, no era
como para ponerse sentimental, opinábamos algunos.
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