En estos tiempos de fugacidad absoluta, una década es un espacio de
tiempo suficiente como para que merezca la pena tirar la casa por la
ventana celebrando. Con cientos de grupos copando las portadas y otros
tantos desapareciendo a la semana siguiente, lo de mantener unido a un
pequeño conjunto de amigos, después de cierto tiempo, tiene mérito y a
veces hasta premio.
En Bilbao es donde los Caspian iban a comenzar a recoger el último que
les ha correspondido, ante unos cuantos fans escogidos que ansiaban
liquidar el jueves de manera luminosa. Lo harían sin salirse del guion
esperado, en perfecta comunión entre músicos y melómanos. El Post Rock
sería mentado un millón de veces de mientras, invocándose hasta para ir a
por el cubata de turno, y es que resultaría memorable la pureza
estilística con la que todo iría transcurriendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario